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Conoce más sobre la Epilepsia

Preguntas Frecuentes

Conoce un poco más sobre la enfermedad de epilepsia

La epilepsia es una enfermedad neurológica que de forma imprevisible produce breves perturbaciones en las funciones bioeléctricas del cerebro. La función cerebral normal se lleva a cabo a través de millones de minúsculas cargas eléctricas que pasan entre las células nerviosas del cerebro, y se propagan hacia todas las partes del cuerpo. Cuando una persona tiene epilepsia, este patrón normal puede ser interrumpido por ráfagas intermitentes de energía eléctrica que son mucho más intensas de lo habitual. Pueden afectar a la conciencia de una persona, a los movimientos del cuerpo o a las sensaciones por un período corto de tiempo.

Estos cambios físicos se conocen como crisis epilépticas, que en muchos casos producen movimientos bruscos incontrolados de una parte o todo el cuerpo, y por eso a la epilepsia también se la conoce como trastorno convulsivo.

Los brotes inusuales de energía se pueden producir en una sola área del cerebro (crisis parciales) o pueden afectar al global de las células nerviosas del cerebro (crisis generalizadas). La función normal del cerebro no puede iniciarse de nuevo hasta que las descargas eléctricas se atenúan.

Las condiciones que producen estos episodios pueden haber estado presentes desde el nacimiento, o se pueden desarrollar posteriormente en la vida debido a lesiones en el cerebro. Por ejemplo, infecciones, ictus, tumores o accidentes con lesión cerebral. Un amplio abanico de enfermedades o lesiones graves pueden afectar suficientemente al cerebro como para producir un ataque.

La epilepsia se diagnostica cuando las crisis epilépticas se suceden de forma espontánea e imprevisible, más allá de cuando la persona ha sufrido la lesión cerebral, o bien en aquellos casos en los que no se se puede demostrar una lesión en el cerebro. La epilepsia puede afectar a todos los animales incluyendo los domésticos: perros, gatos, conejos  o ratones. Por lo tanto, también aparece en todos los humanos, independientemente de la edad, sexo, raza o situación geográfica.

Las crisis son un síntoma de la epilepsia. La epilepsia es la tendencia subyacente del cerebro a producir descargas repentinas de energía eléctrica que interrumpen otras funciones cerebrales. Tener una sola crisis no significa necesariamente que una persona tenga epilepsia. Fiebre alta, lesión grave en la cabeza, la falta de oxígeno… hay muchos factores que pueden desembocar en una crisis.

La epilepsia, por otra parte, es una condición subyacente (o lesión cerebral permanente) que afecta a los delicados sistemas que rigen el comportamiento de la energía eléctrica en el cerebro, por lo que es susceptible de convulsiones recurrentes.

Neurólogoss, neurólogos pediatras, pediatras, neurocirujanos, internistas y médicos de familia pueden proporcionar todos los tratamientos para la epilepsia. La asistencia necesaria para las personas cuyas crisis son difíciles de controlar se puede encontrar en los grandes centros médicos, clínicas neurológicas, hospitales y las consultas de especialistas privados en neurología.

Tanto si se trata de un adulto o de un niño, el primer ataque suele ir seguido de la correspondiente evaluación a fondo para ayudar al médico a decidir si recomienda un tratamiento preventivo con medicamentos antiepilépticos, o si mantiene una actitud expectante por si se produce una nueva crisis.

El factor más importante para decidir si se debe iniciar el tratamiento farmacológico para una sola crisis es la probabilidad de crisis futuras. Los médicos utilizan dos pruebas de diagnóstico y una evaluación cuidadosa de la propia crisis para determinar el riesgo de que se repitan en el futuro. La edad, el historial familiar, y las posibles causas de la convulsión son algunos de los factores que se toman en consideración. Aspectos no médicos, como la pérdida del carnet de conducir o el impacto en el empleo, también pueden entrar en la decisión.

En torno a la mitad de los pacientes con epilepsia, no tienen una causa específica. Entre el resto, depende de una serie de factores que pueden influir en la forma en que funciona el cerebro. Por ejemplo, traumatismos que afecten el cerebro o la falta de oxígeno durante el parto pueden dañar el delicado sistema eléctrico del cerebro. Otras causas incluyen tumores cerebrales, trastornos genéticos (como la esclerosis tuberosa), problemas en el desarrollo del cerebro antes del nacimiento, o infecciones como meningitis o encefalitis.

La epilepsia es a menudo considerada como una enfermedad que surge en la infancia, pero puede desarrollarse en cualquier momento de la vida. Alrededor del 30% comienza en la infancia, sobre todo por debajo de los 5 años, y en la época de la adolescencia. Sin embargo, el otro pico de incidencia alta es en personas mayores de 65 años.

Si crees que tú o alguien de tu entorno puede tener epilepsia, es importante explicar al médico lo que sucede. Mantén un registro de la frecuencia con que se producen, la hora  del día y la forma que adoptan las crisis. Esta información ayudará al médico a determinar si lo que describes es un tipo de epilepsia o no. Si tienes oportunidad, grábalo con una cámara o un móvil, ya que será de extremada ayuda para el diagnóstico.

La principal herramienta del médico en el diagnóstico de la epilepsia es un completo historial médico, junto con la mayor información posible sobre el aspecto que muestran las crisis y las circunstancias que confluyen justo antes de que comiencen. Acuérdate de que una imagen vale más que mil palabras, y conseguir grabar lo que sucede puede dar el diagnóstico por sí solo.

Una segunda herramienta importante es un electroencefalograma (EEG). Se trata de un equipo que registra las descargas cerebrales mediante cables y electrodos pegados a la cabeza. La actividad bioeléctrica cerebral en las crisis, o incluso en los periodos que está sin crisis, puede mostrar patrones específicos que ayudan al médico a diagnosticar epilepsia.

Los métodos basados en la imagen, como la tomografía computerizada (TAC) o la resonancia magnética se pueden utilizar para buscar cualquier tipo delesión en el cerebro, como ictus, tumores o cicatrices que causen las crisis

Una persona con epilepsia puede ayudar a controlar sus crisis tomando la medicación prescrita con regularidad, manteniendo los ciclos regulares de sueño, evitando situaciones inusuales de estrés, y trabajando en estrecha colaboración con su médico. Una evaluación médica regular y las visitas de seguimiento también son importantes. Sin embargo, se pueden presentar crisis incluso cuando alguien está haciendo todo lo prescrito.

La epilepsia se puede tratar con medicamentos, cirugía, una dieta especial, o un mediante el implante de un dispositivo programado para estimular el nervio vago. De estos tratamientos, la terapia con medicamentos es, con mucho, la más común, y suele ser la primera en considerarse. Para el tratamiento de la epilepsia existe un buen número de medicamentos que controlan diferentes tipos de convulsiones. Aproximadamente, una tercera parte de los pacientes necesitan tomar varios medicamentos antiepilépticos para controlar las crisis, aunque la norma general es que se tome un único medicamento, siempre que sea posible. Un medicamento preventivo para las crisis epilépticas (también conocido como antiepiléptico) no funcionará correctamente hasta que se alcanza una cierta dosis en el cuerpo, que tiene que ser mantenida. Es importante seguir las instrucciones del médico con mucho cuidado sobre cuándo y qué dosis se debe tomar. El objetivo es mantener el nivel en sangre lo suficientemente alto como para evitar las crisis, pero intentando en la mayor medida posible evitar que cause efectos secundarios como la somnolencia excesiva o el mareo.